jueves, 17 de septiembre de 2009


Fabricio Correa Delgado abrió su espacio en la escena pública del país una vez que Rafael ganó en 2006 la Presidencia de la República. Pero los líos judiciales por la terminación de contratos con el Estado y el enfrentamiento verbal con su hermano menor aumentaron su protagonismo.

Fabricio, de 50 años, habita en Los Olivos, una zona de clase media alta, en el norte de Guayaquil. Actualmente, posee un patrimonio que bordea los 14 millones de dólares, que incluye una veintena de empresas. Todo conseguido en 25 años de trabajo, en cuyo camino dice que también enfrentó vicisitudes.

Antes de incursionar en negocios con el Estado, el hermano mayor del presidente de la República tuvo una etapa muy boyante como contratista privado. Como ingeniero mecánico, diseñaba e instalaba estaciones de bombeo para piscinas camaroneras y plantaciones de banano, cuya venta le rindió interesantes utilidades en 1990.

Esa relación le permitió, asimismo, conseguir contratos para otro tipo de obras de ingeniería, con su empresa Aplitec. Eran tiempos en que llegaron a estar a su mando hasta 600 trabajadores, enrolados en Helptec, su otra compañía.

La crisis del camarón y banano, surgida casi al terminar la década, significó también el ocaso de su negocio. Entonces se vio abocado a buscar contratos públicos. Los primeros los consiguió durante la presidencia de Gustavo Noboa.

Pero Fabricio no tuvo una grata experiencia en su papel de contratista público. Sus compromisos con Codeloro, para obras en la presa Tahuín; y con Ecapag, para implementar una bomba de agua, terminaron en líos judiciales.

El problema con Codeloro, en 2002, lo desfinanció y le costó entregar, más adelante, las instalaciones de sus empresas como dación en pago. Las deudas estaban a la orden del día.

En 2005, por falta de capital fracasó en un negocio de transacciones electrónicas de llamadas a celular, en el que ya había invertido $ 100.000.

En 2007, ya con Rafael Correa en la Presidencia de la República, empieza una etapa de prosperidad empresarial, como contratista público.

El hermano del Mandatario decide formar una estructura societaria con dos empresas panameñas a la cabeza, que a la vez hacían de “cortina” entre su nombre y las empresas suyas que mantenían contratos con el Estado. Según los nueve exámenes que realizó la Contraloría, estos se elevaban a $ 167’384.193,36.

En el plano político, Fabricio Correa ha demostrado que sabe manejar el mismo estilo sarcástico de su hermano. De su boca, se hizo popular el término “círculo rosa” con el que arremetió contra personas allegadas al Mandatario. Y hasta imita la voz de su hermano menor ante los medios.

El ex mandatario Gustavo Noboa, quien conoció de cerca a los hermanos Correa -de Fabricio fue su formador como líder juvenil y de Rafael su profesor-, deja entrever el impacto que el conflicto ha tenido en la familia.

“Solo Norma Delgado, la madre de ambos, puede solucionar el impasse, que también está afectando al país... Es la mejor persona para pedirles que bajen las banderas de guerra”, reflexiona.

Sin embargo, las rencillas entre los hermanos Correa son vistas como “un gran show político y un tongo”, por la asambleísta Cynthia Viteri (PSC/Madera de Guerrero), quien señala que si se quiere demostrar lo contrario, el Presidente debería pedir, a través de la Fiscalía, la prisión de los funcionarios públicos que facilitaron esos contratos. Para el ex congresista lojano Freddy Bravo (de las filas prianistas), el “tongo” tiene dos objetivos en paralelo: “el de Correa, el menor, de cuidar las encuestas, y el de Correa, el mayor, de cuidar el billete”.

A los 17 años de edad, Fabricio, quien alguna vez llamó a Noboa “padre espiritual”, era un dedicado estudiante, deportista, y en algunas ocasiones le solicitó consejos. “Era un hombre cariñoso con los obreros. Aunque a veces terco y necio; era de las personas que quieren salirse con la suya, como dicen, que cuando meten la cabeza sacan el cuerpo”. (PVL/MAS)

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